Infinidad
Podría darse un mundo donde la gente prácticamente no muriera; solo declinaría la capacidad física e intelectual.
A la vuelta de la esquina, suponiéndonos en Firenze, nos cruzaríamos con Galileo Galilei en una lenta caminata vespertina.
Si le preguntáramos por su célebre principio de relatividad, él contestaría que no lo recuerda ni lo sabe muy bien; que para esos interrogantes están los sabios... entiéndase del momento.
Para el gobierno de la natalidad, la única política especial sería la de emigrar a alguno de los exoplanetas indicados por las autoridades en demografía sideral.
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