Catalina II

La emperatriz rusa Catalina (II) la Grande fue conocida por su escandalosa conducta.

Además de reducir a Pedro III a la mera formalidad de marido, no paró hasta derrocarlo.

Sus amantes, al por mayor, eran reemplazados a discreción, como en la historia de Las mil y una Noches.

Quienes saben de la típica ingenuidad de los rusos, se imaginarán la tónica de las escenas palaciegas.

Por caso, uno de sus hijos —Pablo I—, cuando se ungió zar, declamó no haber conocido a su padre —Pedro III—, porque este había fallecido once meses antes de que él llegara al mundo: para el universo ruso, una gestación de once meses no conllevaría ninguna clase de sospecha.

A modo de conclusión, en ambientes inclinados a los misterios, se debate si los rusos son los únicos y verdaderos terrícolas o si fueron abandonados por alienígenas; de ahí que posean un país tan descomunal.

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