Echo mi Venablo¹
La expresión “echar alguien venablos” se habría originado en la Edad del Bronce, derivada de su acto.
En épocas sucesivas tomó el sentido analógico propio del tesoro lingüístico, pero se dejó de utilizar hace rato.
En los albañales¹ de la política actual, a nivel mundo, ha resurgido: no el uso en sí del sintagma, sino de lo que lo define: echar pestes, maldecir, ira exagerada, etc.
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