La Mishná: segunda parte.

 Y Moshé fue a consultar a un levita anciano, de barba dividida y voz como viento entre palmas.


—Me dijeron —dijo Moshé— que hay uno con quien solo se puede hablar si se ha perdido la vista.


El anciano respondió:


—Lo he oído nombrar. Algunos dicen que es un ángel que cayó de espaldas, otros que es la primera letra del Nombre, rota en el principio.


—¿Y tú le hablaste?


—No. Pero conozco a uno que lo miró.


—¿Y qué ocurrió?


—Desde entonces no ve, pero distingue lo verdadero sin necesidad de ojos.

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