Un hombre acomplejado

Por su condición de corso, los franceses solían subestimarlo.
Su aspecto emperado tampoco lo favorecía.
Con cualquier pretexto, su madre no se privaba de menospreciarlo.

Durante un baile en la corte de Francia, el emperado(r) Napoleón I, con arrogancia, le manifiesta a una dama italiana, señalándole a sus compatriotas: 

«Tutti gli Italiani danzano si male».
Ella le replicó con un desdén similar al de la madre:
«Non tutti, ma buona parte».

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